viernes, 11 de mayo de 2018

LIDERAZGO JUDICIAL CON JUECES DE LAS TRES "H"



              

                                                                   
Sostenemos aquí que lo que se necesita para desarrollar un liderazgo transformador en la magistratura, no son jueces “estrellas” sino jueces de las tres “H”: honrados, humanos y humildes. Ciertamente, existen otras tipologías de jueces y otras características de jueces líderes; sin embargo, nos limitaremos a exponer solo los que se relacionan con el título de éste trabajo.     

Hablar de honradez en la persona del Juez es ser honesto en el actuar, es no engañar, porque al juez líder no se le otorga el “derecho a mentir”. Ser honrado implica no caer jamás en actos de corrupción y no tener como objetivo ingresar a la magistratura para amasar riquezas. El Juez líder encuentra la verdadera riqueza en la felicidad que le genera otorgar un buen servicio al público. La ambición y el atractivo de acumular riqueza son una influencia maligna que compromete la corrupción, contraria al valor de la honradez.      
   
En la vida del juez se van a presentar dilemas que tiene que salvar a favor de lo justo. Así, entre una petición por parte de los poderes influyentes para acometer con alguna injusticia y la honradez en su carrera al ascenso, el juez tiene que optar por la honradez, aun cuando no logre el ascenso y luego lo señalen como un magistrado no servicial para aquel sistema. Aquí el juez justo no puede aceptar una petición injusta mediante la utilización de la frase del “hoy por ti mañana por mí”. Con una actitud de negación a la injusticia, el juez honrado y honesto estará tranquilo con su conciencia, se revalorizará en lo ético-moral y se afirmará la justicia y el liderazgo.

El juez debe ser humano. En el quehacer judicial se debe cultivar un imperativo de solidaridad humana, sobre todo cuando la realidad nos muestra que existe una justicia con penas que no se orientan a la resocialización. Así, la cadena perpetua como las penas privativas de libertad de larga duración son incompatibles con el principio de humanidad. En estos casos estimo que los jueces ponderarán y buscarán la mejor solución al caso concreto, teniendo en cuenta que la justicia no requiere de verdugos, tampoco de jueces inflexibles y extremadamente rígidos, la justicia requiere de jueces humanos porque trabajan para seres humanos.

En esa línea, un juez, prototipo de la perversa ideología carcelera, que pese a conocer del hedor a injusticia en sus decisiones es sordo a los gritos de libertad de los imputados, no puede merecer el calificativo de juez justo y humano sino, enhoramala, un perfecto juez carcelero o juez con ideología de máxima prisionización.

El juez debe ser humilde, y aquí considero hacer un relato previo del juez “estrella”. Existe una original tipología de jueces. Los hay políticos, burócratas, justicieros, estrellas, etc. En este rubro nos interesa el juez estrella. Nieto anota que el juez estrella se mueve en la nebulosa franja que separa a los justos de los justicieros…, es eficaz como los primeros y psicópata como los segundos. Javier Gómez de Liaño, buen conocedor de este mundo, ha dedicado a esta figura unas observaciones contundentes: “El juez estrella es un juez hambriento de éxito y fama; deslumbrado por su propia valía. Se considera por encima del resto de los colegas. Consciente de ser el número uno hasta el punto de proponerse la sencilla tarea de salvar el mundo a través de su juzgado, tiene una concepción ridícula de la vida, que da medida de su megalomanía. Egocéntrico y narcisista, disfruta mirándose a los espejos y viendo lo que ve […] Para el juez estrella el único placer de la vida es destacar por encima de los demás, ser el primero, deslumbrar con su luz; para él la felicidad consiste en eso. Su rasgo básico es la ambición. De aquí que cultive con mimo el protagonismo con el que alimentar la leyenda del magistrado justiciero que ve amanecer, absorto de sus autos y sentencias”. (NIETO, Alejandro. El desgobierno judicial. Editorial Trotta, Madrid, 2004, p. 84)

En efecto, el juez estrella es la negación de la humildad y su actuar no se corresponde con el liderazgo reformador. El juez estrella no es el tipo de magistrado que se necesita en la magistratura. Aquí se necesitan jueces que entiendan que la vida es un constante aprendizaje, desde que se nace hasta el momento final. En ese sentido, hay que aprender como los grandes líderes públicos a ser justos y no justicieros, humildes y no soberbios, eficaces y no psicópatas.

Empero, no confundamos la humildad con la debilidad de carácter. Cuando decimos que el magistrado debe ser un funcionario humilde, no queremos decir que debe ser sumiso, porque la humildad no es sumisión. El juez debe tener el temperamento de un hombre prudente, no servil, tampoco cobarde, porque el magistrado que así lo sea, no es el equivalente del magistrado líder que se necesita en la magistratura. Ella exige jueces servidores. Desde esa perspectiva, los jueces de todas las instancias deberán tener la humildad para reconocer que pese a tener el honor de ser jueces, no son dioses, sino siervos de Dios y de la justicia.  

En términos concretos, estamos convencidos que en el futuro tendremos una justicia confiable, socializada y centrada en el liderazgo reformador con jueces de las tres “H”, honrados, humanos y humildes, que es la máxima expresión del liderazgo que con urgencia se necesita para solucionar los problemas de la administración de justicia en el Perú.

Nota: El lector puede encontrar una información más amplia en: FÉLIX TASAYCO, Gilberto. (2018). “Gestión Pública de la Administración de Justicia”, Editorial Grijley, Lima-Perú. 
    

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