domingo, 22 de noviembre de 2015

SEGURIDAD CIUDADANA

¿PORQUÉ NO PREVIENEN EL DELITO EN LUGAR DE APLICAR MÁS Y MÁS MEDIDAS CORRECCIONALISTAS?

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                                                (Foto referencial: periodicoxpresso.com)

Ya hemos mencionado en alguna ocasión sobre la problemática de la inseguridad ciudadana, las líneas de acción y sus soluciones a través de la criminología, la política criminal y el derecho penal. Pues bien, una política constantemente recurrente para contrarrestar la criminalidad ha sido el retorno a las vías arcaicas del derecho penal. Así, aparecen más leyes, más población penitenciaria con cárceles de supermáxima seguridad y más penas que no son sino costosas medidas correccionalistas que no llegan a cumplir el objetivo de la seguridad que hoy en día es la gran preocupación de la ciudadanía.

Al contrario, se aprecia una ausencia de medidas preventivas en las políticas de seguridad ciudadana, a pesar que en el mundo se ha demostrado que son las alternativas que mejor pueden salvaguardar el orden social. En la prevención especial negativa se apela a la neutralización del autor y en la prevención general negativa a la crueldad del legislador para que castigue a los hombres malos con la pena de cadena perpetua, y cuando aquel responde con modificaciones irreflexivas y represivas en la ley penal, se da por descontado que se convierte al legislador en un hombre malo, y como se afirma en la doctrina especializada “más malo que los hombres malos que se quiere castigar[1]”. Esta situación causa perplejidad pues, ¿cómo puede ser que se continúe con esa monstruosa política correccionalista si no sirve de nada? La respuesta es que acá reina el populismo punitivo -productor de miseria a cambio de votos- y no se pone atención en los esquemas técnicos de prevención.   

El estado de la cuestión requiere un buen diseño de programas y una línea de acción estratégica con mayor prevención, esa es la vía. Realizada esta precisión, debe quedar claro que resulta inexplicable prescindir de estrategias y políticas públicas de prevención. Y aquí juega un rol importante la racionalización de la inversión estatal, la misma que deberá afirmarse básicamente en la educación desde la niñez, para cumplir con aquel dicho popular que dice “más vale un gramo de prevención que un kilo de curación”. Es decir, se debe instar la aplicación de una política de optimización de recursos orientándolos a la prevención y evitando malgastar el dinero público en más policías, más fiscales, jueces y abogados, o más prisiones. Y es que, en principio, no necesitamos más burócratas en las organizaciones públicas sino la mejor producción y productividad de los que ya tenemos.

Ahora bien, debemos admitir que la situación es manifiestamente mejorable con un paquete de medidas de seguridad: mejora en el alumbrado público, patrullaje policial a pié, retiro de coches abandonados en las calles, aparcamientos controlados, políticas de seguridad de los propios comerciantes para no facilitar los hurtos o robos, políticas de planificación urbana, basura acumulada, vecinos vigilantes solidarios, patrullaje militar, policía comunitaria de apoyo a la policía nacional, políticas de venta y uso de armas de fuego, de videocámaras en lugares públicos, políticas de educación, de deporte, de salud pública relacionadas con el consumo de drogas y alcohol, etc. Este paquete de medidas en pro de la seguridad constituye un planteamiento de eficacia preventiva y colectiva que se opone al planteamiento correccionalista estúpido de producir más leyes y más penas para condenar más.         

En efecto, el correccionalismo es un mito defendido por los gobiernos autoritarios y por la opinión pública desinformada e irreflexiva. Es una alternativa electoralmente rentable para los políticos, que multiplica miseria a cambio de votos pero que no resuelve los problemas sociales como el de la seguridad. Sin duda, este planteamiento de endurecimiento penal asociado con la influencia mediática no tiene aval en la lucha contra la criminalidad. Pese a todo, la resultante es que si se siguen con estas “políticas” gubernamentales basadas en un Derecho penal vengativo con solo medidas correccionalistas hechas para la televisión y al margen del Derecho de prevención, no se transparentará una reducción de la criminalidad pero si una gran rentabilidad de las empresas de seguridad privada y de seguros que viven de la inseguridad y que los pobres no pueden pagar.        




[1] Cfr. Mario Alberto Juliano-Fernando Ávila. Contra la prisión perpetua. Una visión histórica y comparada de las penas a perpetuidad. Editores del Puerto s.r.l. Buenos Aires - Argentina, 2012, p. 2.

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