Foto: Kaloian/Cubadebate |
¿La reducción de personal de la
función pública es una buena política? Pienso que sí. Es una propuesta de la
Nueva Gestión Pública encaminada a la modernización de la Administración
Pública. Pues bien, el Presidente Mauricio Macri al haber despedido –en 2 meses
de gobierno- 108 mil trabajadores argentinos está haciendo lo que en 1980 hizo
Jack Welch en la empresa privada “General Electric” cuando despidió a 118 mil
trabajadores de la multinacional norteamericana de bajo rendimiento y de pocos
resultados. En el ámbito de lo público, lo que está haciendo Mauricio Macri en
Argentina es aplicar las políticas desburocratizadoras que en los 80s y 90s se
aplicaron satisfactoriamente en Australia, Nueva Zelanda, Suecia y Canadá,
países que actualmente están ubicados entre los diez más prósperos para vivir. Indudablemente,
la reducción de personal y el ahorro de gastos con reducción de sueldos de la
función pública son medidas eficaces, eficientes y efectivas para la
modernización de la gestión pública.
En el Perú debemos seguir estas
políticas, que sumadas a la mejora responsable de la recaudación fiscal, son
propuestas económicas o imperativos categóricos que nos ofrece la nueva gestión
pública a nivel mundial. Hablamos de reducción del personal pero del
ineficiente, del corrupto, del que ingresó a la función pública por amiguismo,
familiaridad o por ser agente político de algún partido político que devuelve
los favores y que no tiene vocación de servir al público. Reducción, sobre
todo, de los “asesores”. Por denuncia de un Director del Ministerio del
Interior se llegó a afirmar que el Ministro tenía una plantilla de 17 asesores
lo que significaba un desembolso de 500,000 soles mensuales de nuestro
Presupuesto General de la República. En el nivel inferior de la pirámide
también se hace presente la anomia. Se dan casos en que trabajadores que
trabajan menos ganan más y otros que trabajan más ganan menos. A aquellos
trabajadores de bajo nivel y que son transfugas de la carga pesada hay que ayudarlos
con capacitación y si a pesar de ello no responden, habrá que despedirlos.
Hablamos también de reducción de
sueldos de la función pública porque no es posible darnos el lujo de que un
Ministro de los nuestros gane más que el Presidente Mariano Rajoy de España. Esto,
en un país como el Perú es vergonzoso. Lo paradójico es que a los altos
dignatarios se les sube el sueldo y luego exigen altísimos aguinaldos en julio
y diciembre, y también jugosa jubilación, y sin embargo, a la gran masa de trabajadores
no se les sube el sueldo mínimo vital. En la misma línea de reducción de
sueldos se tendrá que incluir a los congresistas y a los otros altos dignatarios. ¿Por qué? Porque el rendimiento y los resultados en la Administración Pública son pobres. Pero lo que preocupa es que todos callan,
nadie dice nada, todos padecen de otitis presidencial,
ministerial o congresal.
¿Debemos resignarnos? No, de
ninguna manera, entonces abril es una buena oportunidad para mostrar nuestra
rebeldía al votar, no para actuar con resignación. Claro que los líderes
sindicales dirán: ¡Habrá huelgas! Nosotros decimos, sí, seguro que habrá como
parece que sucederá en Argentina. Sin embargo, también hubo huelgas en los
países paradigmáticos que nos sirven de modelos y que hoy, por sus resultados y
por haber replanteado la acción pública, son óptimos referentes a seguir. Entonces
las huelgas se van a dar, pero no hay que olvidar que las huelgas constituyen
la reacción natural de los que se ven afectados, sencillamente porque toda
política pública tiene siempre su sector opositor.
Con todo, es necesario reconocer,
desde una perspectiva técnica, que las políticas reduccionistas de los países paradigmáticos
que se quieren aplicar en la Argentina, son verdaderas políticas conocidas y
reconocidas que han dignificado la administración pública en el mundo. Y en
Argentina ya se inició el proceso de desburocratización. Ojalá que la decisión del
Presidente Mauricio Macri tenga éxito y que se superen las contingencias
naturales que se le van a presentar. Junto con ello también expreso mi deseo de
que en el Perú se logre la cura de la otitis general, la otitis de la izquierda
y también de la derecha, para emprender una disciplina de gastos fundamental
para el buen gobierno, máxima aspiración de todo país democrático que se considere
capaz de satisfacer las necesidades de los ciudadanos con eficacia, eficiencia
y efectividad.